04-11-07
Una inmensidad de nada me persigue y azota las horas que parecen quebrarse cada segundo. Me alcanza la espesura que envuelve mis sentidos y nubla mis ojos, y cegada una vez más, retorno al abismo de los temores, donde sólo se cuela el azul convirtiéndose en noche, allí, se dibuja la esperanza una vez más de una manera trivial y a la vez más fundamental, como dirían los grandes, pero, luego de la transición, vuelvo a ser simple existencia y un grito en silencio.
El viento susurra mis desvanes cada noche, y se lleva el jardín que conseguí a la luz, me clava las esquirlas que se camuflan entre el huracán y me encierra en los calabozos de la memoria, donde se escuchan las melodías de un pasado insatisfecho y arrepentido, donde la balanza cae hacia el lado equivocado y la profundidad de los hechos alcanza la razón, la que vuelvo a perder en cada instante de las ficciones que se convierten en mi realidad, ficciones con la misma obra ,el mismo texto pero diferentes personajes, en los cuales el público sigue creyendo, y en cada función, va con la esperanza de que esta vez podría ser diferente, pero nunca cambia, son moldes que no permiten variaciones, diseñados a la medida de los días.
Amanece y el frío llega con más intensidad que la vez anterior, y congela las heridas que ayer otorgaron un valor insignificante a la oscuridad, cuando la voz no valía nada, y el silencio cosechaba los frutos de mi propio olvido. Hoy, sigo apresada por el tiempo y con las ilusiones en el bolsillo del alma, recojo mi disfraz de libertad y me enfrento al nuevo día que está llegando, al destino que voy labrando con los mismos pasos del ayer, siguiendo las huellas que intento borrar.
Sirena Varada
No hay comentarios:
Publicar un comentario