MEMORIAS Y ECLIPSES

sábado, 9 de diciembre de 2017

VIVIENDO EL TIEMPO



Masticando el tiempo, el imperio
agridulce de este espacio, tan corto,
tan largo... me retiene el pensamiento
y mis mandíbulas roen para saciarme.
Apenas, con el jugo que mi boca sustrae,
de estas emociones... me alimento.

Con el tiempo que corre a pasos de bebé;
gateando por los días con lentitud,
con las hojas de los árboles cayendo
en desdén, en un laberinto rocoso, 
con las hiedras trepando, alzándose sobre
su vestidura fría, la piedra... oculta, 
me limita. Me ajusta al momento, a las horas
inadecuadas sin salir de su arrullo.

Esculpo como artesana, los momentos 
que pasan, que no llegan, tallandolos 
con el sabor de la añoranza, con los
dedos que se deslizan por los detalles
cotidianos, cálidos, que el tiempo atrapa.

Mastico el tiempo, la hiedra, los días,
con el sol del estío, laberintos rotos.
Letra a letra, entre surcos y pautas que llegan,
en el eco inocuo de las horas adormecidas. 
Me desafía el tiempo con su tacto.
Larga espera. Cortos trazos que a mi me llevan
a tener las mandíbulas desencajadas,
ya en desuso, con el susurro encarcelado,
que el tiempo dejó caer en este espacio
que me tienta a transportarme...

A transportarme
a pasos agigantados.

Seguiré masticando a sabiendas que ésta acidez,
podrá quedarse detenida entre sueños.
Aunque tal vez, entre mi boca, el dulce sabor
quede apegado al paladar, con el nuevo color
que el tiempo, el espacio, llene de emociones,
para hacer el tiempo mío. 



Nunca corto.
Nunca largo.


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