renacen los ecos de los recuerdos,
se descosieron mis tristezas,
sangran nuevamente mis súplicas.
Se pierde una luz en el silencio,
me sofoca el voraz abrazo del miedo,
Oh! cómo pesan mis ojos y su dolor,
Oh! cómo duele tu silencio y mi vacío.
Gritar una vez más entre ocasos,
Marchitarse entre cartas y versos,
Morir en líneas y acentos.
Oh! cómo duele el vacío, cómo sangra tu silencio.
Exhalar ráfagas de palabras consumidas.
Separar mi alma de la tierra,
orar a los muertos, ir en su búsqueda.
Oh! cómo mata tu ausencia ¡cómo sangra mi alma!
Crepitar demente contra el óbito,
ceder ante el ósculo del olvido,
abatirme contra la muerte en un suspiro,
Oh! cómo me duele y me mata tu silencio.
Resecarme de desesperación.
Cortando mi garganta de ansiedad,
desgarrando palabras insondables,
clamándo a tu abandono mi pronta muerte.
Cae el vacío, a toda velocidad,
grave, triste y desfalleciente, mi corazón.
Se desploma este monolito ante ti,
muere el cielo … para mí.
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