Con el hálito chamuscado, emergido
en la agonía, se consume el cirio,
¡la luz!, (disecada cera que ahoga el alma
de presagios). Obsidianas partidas,
augurios heridos como flores de loto
enterrados en la historia.. Le queman.
¡Y te queman!
Como Noviembre abrasó el ocaso.
Como el otoño ardió en el silencio
y los acíbares amargos, perecieron
en nemorosos recueros de pubertad.
¡Le queman!
Como espinosos ecos en llamas.
Como inciensos calcinados en el alma,
dónde el reflejo de sus cenizas,
son el polvo de la sangre que perdió.
Con el aliento inflamado, extinguido,
el calor esparcido de los labios,
se desflora, sin frescura, el soplo
deprimido de una época del ayer.
¡Y te queman! ¡Y le queman!
Como lágrimas de lava carbonizadas,
moribundas... al atardecer.
(imagen tomada de la web, derechos de autor a quien correspondan)
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