El alba se mece con tu silencio,
como eco de auroras adormecidas.
Reposa tu cuerpo, (el que me alimenta),
en estaques de miel, regazos de rosas.
¡Duermes! Sobre tus ojos llueven sueños.
Rebosa tu boca, viento de mar y de olas.
Naufragas con los párpados sellados,
en la calma que respiran tus manos.
Y mi voz te busca. Susurra en tu oído
como caricia de cielo infinito...
¡Duermes! Yaces caprichoso en la quietud
del azul suspiro que tus labios pronuncian.
Ojos callados, cerrados, sumergidos
en la inconsciencia de la sonrisa del verano.
¡Duermes! Con el bálsamo que de mis yemas
escapa. Con la paz, que entre mis dedos dejas
y el sosiego iluminado, que tu rostro lleva.
¡Shsss! ¡Sueña! Sobre tus ojos la vida vuelve.
Sobre ellos, dormidos, renacen pasiones
como jilgueros, como pequeños gorriones
emancipados, absortos al mundo,
anidando en el manantial, de tus lagrimales.
¡Duerme! Que mi piel te abriga. Mis brazos son templo.
Disfrutan de ti, aún cuando no estás despierto.
La música corresponde a Vangelis, al que posiblemente todos recordaremos por su banda sonora de la película Carros de fuego, se caracterizan por su música acústica, ambiental, con sonidos de gran magnitud, pero envolvente, relajante, aunque se han adentrado en muchos estilos musicales... música de la que disfruto muchos días.
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