Quiero correr y caigo,
me levanto y bostezo,
maldito camino empedrado y malditos estos versos.
Mi ego viene
ganandome terreno,
no alcanzo a ver
la ironía de este entierro.
No me desespera
pero me lamento,
ya es costumbre sentarme a ver
la catástrofe del Reino.
Aquí andamos algo perdidos,
perdidos en el universo.
La fragilidad que vestimos
es solo parte del juego.
Y todos jugamos, amigo mío,
todos excepto el Cuervo,
porque él mira a lo lejos,
porque él mira hacia adentro.
Se viste de blanco y sale
a recolectar almas sin dueño,
luego se aburre de la rutina,
y de nuevo emprende el vuelo.
Pero las caras son iguales
y no hay explosión de estrellas,
quedará -quizás- un día
para sonreirle a lo eterno.
Pero jamás ha de parar
en cualquier nido ajeno,
su mitad de alma vaga
y encontrarla es su desvelo.
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